Nos los arrebató.
La flaca vino otra vez,
silenciosamente en esta ocasión,
y se lo llevó.
¡Qué ingenua fui!
Nunca la imagine tan fuerte.
Creí que le podíamos ganar,
que la ciencia nos ayudaría.
Pero las batallas perdidas
nos advirtieron que no era una adversaria cualquiera.
Al final, ya sin fuerzas, te entregaste a ella,
la dejaste libre para que te llevara.
Yo no te solté
Ahora peleo otra batalla.
La muerte tiene amigos tan poderosos como ella.
Ahora, después de ocho años y una muerte más,
la costumbre me va derrotando.
Te he soltado.
He abierto las manos que te sostenían de un hilo.
Has volado.
Mis recuerdos no te sueltan, pero se van confundiendo.
El olvido me está acorralando.
Necesito ayuda.
Entreno a dos poderosos soldados.
A él si lo lograremos vencer.
Noviembre 18, 2011