Mientras el mundo baja la cabeza, México se ríe de la muerte.
La mira de frente, la afronta, la dibuja, habla con ella.
Tú, envuelta en ese pensamiento,
aunado a la fuerza y madurez que lograste en tus últimos días,
no sólo la enfrentaste,
la agarraste de la mano, la analizaste y cuestionaste.
Y cuando al fin la comprendiste,
la aceptaste y la volviste tu amiga.
Ella te consoló, te abrazó y te llevó con ella.
A la inmortalidad de las estrellas,
a la libertad de las mariposas y los albatros,
a la belleza de las flores,
a la continuidad del río.
A todas ellas: agua, tierra, aire, eternidad.
En ellas te encuentro,
Pensándote y sin pensarte.
Ahí estás impositiva y a la vez espontánea.
Frente a mí, que te busco, que cierro los ojos,
qué te niego y temo que me juzgues por no saber qué sentir.
Hoy en especial te recuerdo.
Recuerdo la última vez que pasamos juntas un día como hoy.
Un día en el cual, ya la sombra de la muerte,
con su sonrisa burlona, se acercaba a ti, a nosotras.
Y anunciaba que yo, en el día de hoy
pondría mi primera ofrenda,
un altar a lo que fuiste en carne,
un altar a la esperanza de lo que eres, de lo que seremos.
Luisa / Flaca
Noviembre 18, 2004